26 abril 2009

BAJO SOSPECHA


Haciendo uso de la carga emotiva, sensual y visual que las palabras tienen en nosotros, he estructurado esta muestra bajo el signo de una de ellas a la que usualmente se le atribuyen negras e intrigantes connotaciones: SOSPECHA. Eso es, la palabra SOSPECHA.
¿Cómo nos toca en lo profundo esta palabra, qué imágenes, qué recuerdos provoca su simple mención?Recordaremos que por muchos años existió en nuestro país la llamada “detención por sospecha”, en virtud de la cuál la policía podía arrestar a las personas que se encontraran a “deshora” en lugares o circunstancias que dieran “motivos fundados para atribuirles malos designios”. Motivos fundados, fundados, ¿en qué?
Hay una parte en “Fahrenheit 451”, novela de anticipación de Ray Bradbury, en que Clarisse le dice a Montag el bombero: “Mi tío fue arrestado el otro día por pasearse a pie…” Claro, la policía entró en sospecha dado que, ¿cómo se explica que, sin mediar “malos designios”, una persona del futuro salga simplemente a caminar, a patear hojas por la alameda, para qué, que necesidad tiene? Pero la sospecha policial, definida en el plano de lo concreto es distinta de la sospecha intelectual, que se elabora en el plano de las ideas, de poner las cosas, el mundo, la existencia incluso, bajo un manto de sospecha, no para meter todo en una celda oscura sino para saber más, para indagar en las verdades que generalmente permanecen ocultas a nuestros sentidos.
“E pur si muove” musitó Galileo Galilei cuando al fin lo liberaron de la tremenda sospecha de estar alterando el orden instituido, de asegurar, bajo oscuros designios, que es la Tierra la que se mueve alrededor del Sol y no a la inversa. De ahí que uno pueda concluir que el mundo entero se mueve creadoramente bajo el signo de la sospecha.
En la ciencia, más específicamente en“la física contemporánea, se sospecha que dos cosas distintas pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo”.1 El universo entonces, podría ser muy distinto a lo que imaginamos, a lo seguros que creemos estar pisando la tierra.En las religiones se sospecha que el vivir no es un mero pasar; comer, dormir, defecar. Se sospecha, y la fe lo da por seguro, que existe algo más, ¿qué?En el arte se sospecha que hay otras verdades, aparte de las visibles, y que la función del artista es develarlas, traerlas a la luz. Para ello se inventan nuevos lenguajes, muy crípticos a veces, que permitan hacerlas visibles, “revelarlas”. Como expresión artística la fotografía sospecha con el ojo, un ojo-espíritu, entrenado para perforar oscuridades, densidades corpóreas, realidades camufladas. Una arruga, ¿es tiempo envasado, materia escultórica, espacio instalado como reflexión, juego de luz y sombra?
El fotógrafo –como poeta, no el que usa la cámara como fotocopiadora de recuerdos– va haciendo uno el ojo propio con el de la cámara, transformándose en un sospechador visual que, en vez de ver una cosa como única e irreductible ve en ella otras que ocupan el mismo lugar, pero con presencias y connotaciones diferentes. La misma sospecha de la física contemporánea, pero visto de otro lado.
Las cosas y sus significaciones son variables, según sea donde están, al lado de quién están, y que están porque son miradas –lo que no es mirado no existe– con ojos que, más que ojos, son espíritu iluminado, ese que siempre esta buceando en las profundidades en busca de “la realidad-otra, esa que acecha siempre desde el otro lado del espejo”.


Orlando Mellado

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